Vuelta al trabajo.
¡Quiero quedarme en casa, quiero quedarme en casa! ¡quiero quedarme en casa con mi nenéééééé!
“¡Mujer, te sentará bien!”
“¡Hija, todo el mundo lo hace!”
“¡Ya verás que no es tan malo como parece!”
“¡Volverás a tener vida, a realizarte como persona!”
“¡Tantas horas en casa pendiente del niño no puede ser bueno, tienes que airearte!”...
Bienintencionados consejos… ¡bienintencionadas chorradas!
Me siento más feliz que nunca, tranquila, centrada, serena, amorosa, tierna, lúcida. Nunca he sido tan mujer, tan persona… tan madre.
A ver, repasémoslo una vez más, ¿hay alguna forma de posponerlo? He juntado la baja, las horas de lactancia, las vacaciones… ¿y si me cojo una excedencia? Imposible, realmente necesito el dinero.
“No te atrevas a quejarte ¡con la crisis que hay tú al menos tienes un trabajo!”
“Mujer, ¡tienes suerte de trabajar de 7 a 3 y tener toda la tarde para estar con tu hijo!”
Resígnate, Magia, no te queda otra.
Vale, listado de cosas positivas: tiempo para leer y escribir en el metro, desayunar sin interrupciones, mantener una “conversación adulta”…
¡Pues sí que se me queda corta la lista!
Vuelta a la rutina. Todo está igual, aunque yo lo veo diferente.
La mañana pasa rápida, aunque a mí se me hace eterna, con un nudo en el estómago y los pechos repletos de leche.
¿Qué estará haciendo mi nené? ¡Te quiero hijo, en un rato estaré contigo!
Aunque parezca que los pechos me van a reventar, imposible sacarme leche en el baño. Ni siquiera se trata de las miraditas al levantarme pertrechada con el sacaleches, de los golpecitos en la puerta… ¿Acaso el director de la empresa pondría a su hijo a comer en la taza del wáter? ¡Cómo voy a sacarme la leche para mi nené donde otro acaba de cagar!
¡Ya les decía yo donde pueden meterse el Premio a la Conciliación Laboral 2011!
Si, a todo se acostumbra una, como un perro bien entrenado. ¿Dónde quedó la loba del parto?
Y sin darme cuenta ya ha pasado un mes. Me he acostumbrado a la rutina.
Nené pasa toda la mañana jugando con papá y parece feliz. Cuando llego a casa me recibe con una sonrisa que nos ilumina enteros. Extiende sus bracitos, lo cojo aúpa y pasamos toda la tarde jugando, hasta que nos dormimos acurrucados.
Bueno, Magia, no está tan mal. Has conseguido mantener la lactancia tardes, noches y fines de semana, y durante la mañana papá le da frutas, verduras, cereales que nené come tan ricamente.
Si, si, te lo puedes adornar como quieras pero a ti misma no te vas a vender la moto, esto no es lo que deseabas.
¡El colmo del absurdo! Me han reubicado en un rincón. Ahora que ya he puesto al día todos los temas atrasados, a las 8 de la mañana no tengo más tarea que mirar la pantalla durante otras 7 horas. Mi “compañera” se ha apropiado de todas mis funciones; imagino que con los despidos ha visto las orejas al lobo y necesita paliar mi antigüedad con su eficacia. Todo un lujo, dirían algunos, me pagan por hacer nada.
No, ni lo pienses, no entres en internet que ya te conoces y te vicias y… ¡upps, ya está hecho!
Bueno, al menos así aprovecho el tiempo y busco información sobre educación infantil, que no lo tengo muy claro.
… y…
Me sorbo lágrimas de emoción acumulada.
Me doy cuenta que son las 2, que estoy en el trabajo. La mañana se me ha pasado volando saltando de blog en blog.
Comencé tirando de un hilo y me he encontrado con toda una madeja. Una red de mujeres, de madres, que han puesto voz a mis sentires, a mis saberes a contracorriente, a mis “ideas raras”.
Un cocktail de emoción, información, pasión, coherencia, creatividad, ilusión y amor, mucho amor.
¡No estoy sola! ¡He encontrado a mi tribu!
Llevo toda la semana leyendo y releyendo, informándome y emocionándome, blog tras blog.
Arropada, comprendida, afirmada, nutrida, calentita por dentro.
¿Y si creo un blog? ¿Y si salgo del anonimato y participo?
¡Tú estás loca! ¡Con lo liada que estás ahora te vas a calentar la cabeza!
Además, ¿qué puedo aportar yo? ¿Qué puedo decir yo que no esté ya dicho por estas madres blogueras?
Me debato entre la timidez y las ganas de expresarme.
Y sabes que… ¡a la mierda!
¡A la mierda con los complejos, con la falsa modestia!
¡A la mierda con quedarme callada, con no opinar por no ofender!
¡A la mierda con mentirle a la pediatra, con contemporizar con las madres del parque!
Sumo mi voz a este esta red de madres blogueras, todas parecidas y todas diferentes, porque cuantas más seamos más fuerza daremos a nuestro sueño de un mundo más saludable y amoroso para nosotr@s y nuestr@s hij@s.
"Las tres edades de la mujer" Klimt